Mientras David y su ejercito se unían a los filisteos en la guerra; los Amalecitas invadieron a Siglag, ciudad donde vivía David; la prendieron en fuego y robaron todos los bienes de David, incluyendo sus esposas e hijos. En un momento David y sus hombres lo perdieron todo y quedaron completamente sin nada. Es duro y amargo perder. Todos podemos llegar a pasar por la dolorosa experiencia de perder algo; una batalla, una bendición, un bien, una posición, etc.

Existen ciertas actitudes que nos pueden poner en riesgo de perder. Como por ejemplo alejarnos de Dios. Si te apartas de Dios no ganaras. Cristo dijo apartados de mi nada podéis hacer. El diablo te puede ofrecer muchas cosas del mundo con el fin de separarte de Dios; pero en ninguna de estas cosas encontraras verdadera ganancia. El hijo pródigo se dio cuenta que el haberse apartado de su padre le había llevado a perder toda su herencia. Ninguna ganancia obtuvo al haberse alejado de su padre, al contrario, esto solamente le trajo dolor  y pérdida. Si dejas a Dios, él no perderá nada, pero tú lo perderás todo y lo más doloroso perderás tu alma eternamente. Mateo 16:26. “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”

También el ser descuidado te puede llevar a perder lo que ya tienes. Como el caso de Esaú que nació con el derecho de la primogenitura, pero no aprecio esa bendición y al venderla por un plato de lentejas perdió su bendición y su hermano Jacob tomó su lugar. Cristo nos habla en Apocalipsis 3:11 “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.”

Algo más que aprendemos de esta historia de David es que, si te vuelves a Dios, él te puede llevar de perder a ganar. David comenzó con perdida, pero termino con gran ganancia 1 Samuel 30:19 “Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David”.

Perder no fue el final para David. El perdió una batalla pero se levantó para ganar la guerra. Perder no significa derrota total. Perder y caer no es la sentencia final. Tú puedes reponerte de la derrota, al igual que David. Es tiempo que te recuperes. Recuerda que  todas las batallas que Dios permite en tu vida sirven para enseñarte algo, incluso aquellas que perdemos. No te des por vencido que Dios de la pérdida puede darte ganancia.

Aprendamos hoy de David. El vino de atrás hacia adelante, de la derrota a la victoria, de perder a ganar.